Cada día se hacen más evidentes, tanto la enorme desigualdad de los países en el acceso a las vacunas, como la manipulación de sus ritmos de producción y distribución, en beneficio de las farmacéuticas.
Ya desde el principio de la pandemia, comenzó un ridículo debate: salud vs. economía, que como siempre -de fondo- sólo esconde un debate de clases y de poder. Hoy es, quién accede primero a la vacuna, no voy a hablar de Dubái y el emérito, ni de políticos y obispos, ni de Ayuso siquiera. Sólo hablo de la imbecilidad manifiesta de quienes se plantean esa duda o utilizan esos argumentos.
Desviarse del objetivo económico de derrotar el virus de forma global, para erradicarlo lo antes posible vacunando a toda la humanidad, sencillamente, es destartalado en lo intelectual. Las cuentas son indiscutibles y vienen de todas las fuentes, las pérdidas globales son centenares de veces mayores que el coste de producción y distribución de vacunas para todos. Incluso considerando un beneficio razonable, o no tan razonable, para esas farmacéuticas.
Pero, los países que salgan antes de la situación de pandemia obtendrán enormes ventajas económicas -Dubái- y por eso se ha iniciado una loca carrera en la que los países más desarrollados vacunan y acaparan vacunas, como para vacunar a toda la población mundial, mientras otros esperamos y morimos.
Así, hace meses que la UE viene fracasando en su campaña de vacunación por falta de existencias. Con toda su presunta capacidad tecnológica, farmacéutica y financiera, capaz de producir todas las vacunas necesarias en el mundo y después -según nos dicen- de haber puesto más perritas que nadie en la investigación: espera turno de poder mientras procrastina en la aprobación de la rusa y la china, por razones geoestratégicas y geoeconómicas. Y la legalidad establecida de las patentes que permite a las grandes farmacéuticas administrar la muerte a cambio de dineros.
Además, los riesgos de que esta pandemia se convierta en crónica (vacunación anual), por la existencia de bolsas de población o países sin vacunar, donde el virus pueda mutar a su albedrío, seguirán ahí durante años y mientras se mantengan unos sistemas legales donde la economía pueda anteponerse al valor de una vida.
Para nada me creo ese 60% de vacunación, objetivo mínimo que esperan, para el mes de julio, porque al ritmo que vamos 5,5% en 93 días (desde el 27/12/2020), vamos tardar casi un lustro en llegar al 70%. Aunque es de esperar que una vez alcanzado ese objetivo del 70%, en USA y RU, el ritmo de vacunación de la UE acelere, a día de hoy, no tengo demasiada esperanza en unas navidades a la antigua usanza. Países más pobres podrían tardar tres o cuatro veces más que nosotros. Eso sí, por riguroso orden de pobreza o interés geo-loquesea.
Personalmente, creo en la humanidad. Estoy convencido de que a la gran mayoría de la población mundial les repugna esta situación tanto como a mí, pero su opinión no va a contar nada si no la hacen valer. La clase trabajadora (“de todo el mundo”), debería tomar nota, de que el corpus legal que enmarca esta situación de pandemia, ha sido redactado en su contra y en beneficio de un modelo capitalista implacable que muestra su cara genocida cada vez que hay dinero a la vista. Y en esta pandemia hay muchísimo dinero en juego.
Igual que en la crisis anterior, unas leyes sesgadas que beneficiaban a los bancos produjeron un grave daño social y una grave crisis económica, hoy, las que protegen los derechos de propiedad intelectual de las farmacéuticas, van a producir graves daños vitales a mucha gente y una crisis económica que no puede quedar en manos de intereses privados. Si hay algo que ha demostrado la crisis es que sólo lo público puede afrontar problemas de escala global.
Es necesario poner a trabajar toda la capacidad de producción de vacunas existente en el planeta y eso es incompatible con el actual modelo de patentes, porque produce un daño global -económico y humanitario- que no es aceptable para nadie.
Por todo eso, desde lo más profundo, de mi más que asumida humildad, hago mi llamamiento a todos, partidos políticos incluidos, para avanzar en la convocatoria de una huelga general mundial por la incautación de las patentes y los métodos necesarios para la producción de las vacunas, con inicio en la UE pero de carácter global. Porque sobran razones para pensar que solo una iniciativa del tamaño de la pandemia, pueda alterar un estado de las cosas que va rumbo al genocidio.
¡¡¡SALUD!!!